La guerra que enfrentó a la República Argentina con el Imperio del Brasil fue la consecuencia inevitable de la política desarrollada por los portugueses desde fines del siglo XVIII. Enfrentamiento de neto corte territorial que se instaló entre los años 1825 y 1828.
En 1808 al radicarse en Río de Janeiro la Corte de Portugal, huyendo de la invasión napoleónica, las aspiraciones lusitanas recibieron un notable impulso. En 1814 portugueses inician avances sobre la Banda Oriental. En 1817 aprovechando la pasividad del Director Supremo de las Provincias Unidas, Don Juan Martín de Pueyrredón, las fuerzas portuguesas ocuparon todo el territorio del actual Uruguauy y con aspiraciones sobre nuestra Mesopotamia. Hacia 1821 la presencia del Brasil en territorio oriental era una ocupación de hecho.
El general Lecor jefe de las fuerzas lusitanas, convocó a un Congreso en Montevideo. En este se resolvió la incorporación de la Banda Oriental al Reino Unido de Portugal y Brasil con el nombre de “Provincia Cisplatina”. Cuando la Corte de Portugal regresa a Lisboa, su hijo Pedro resuelve quedarse en América y proclama la independencia del Brasil, dominio que incluye la Provincia Cisplatina. Así con el nombre de Pedro I será el Emperador del Brasil durante el enfrentamiento con la República Argentina.
Los patriotas orientales no querían ser parte del Brasil. Si bien existía cierta rivalidad entre Montevideo y los porteños, los lazos con las Provincias Unidas del Río de la Plata y España eran mucho más fuertes que con el Imperio.

Preparativos de la guerra y los Treinta y Tres
A principios de 1825 el Coronel uruguayo Juan Antonio Lavalleja se asiló en Buenos Aires. Allí pide apoyo al Gobernador Juan Gregorio de Las Heras quien escucha su demanda pero no se compromete.
Brigadier General Juan Antonio Lavalleja
Lavalleja con la ayuda de federales porteños como Rosas, Anchorena, Terrero y la neutralidad cómplice de Las Heras, concibe la epopeya de los Treinta y Tres Orientales. El 19 de abril de 1825 los Treina y Tres pisan tierra oriental y la lucha contras las poderosas fuerzas de ocupación es iniciada. Una columna de doscientos hombres al mando de Fructuoso Rivera, que respondía a órdenes del General Lecor, comandante de las tropas imperiales, es enviada para reprimir a Lavalleja, pero Rivera se insubordina y se incorpora al grupo de los Treinta y Tres. A partir de entonces, las fuerzas de Lavalleja fueron engrosando sus efectivos con huestes populares.
En histórica decisión los Orientales reúnen un Congreso en la Florida y el 25 de agosto de 1825 declaran la Independencia de la Banda Oriental y su reincorporación a las Provincias Unidas del Río de la Plata.
En Buenos Aires ya se considera casi inevitable la guerra con el Brasil al aceptarse la anexión territorial y el apoyo aún todavía tímido a Lavalleja. Las fuerzas de este jefe logran triunfos en Rincón de Haedo y Sarandí.

DECLARACION DE GUERRA
Y sobreviene lo esperado. El Emperador del Brasil Pedro I declara la guerra a las Provincias Unidas del Río de la Plata (República Argentina) el 1 de diciembre de 1825.
Diez días más tarde comienza el bloqueo naval a los puertos argentinos por parte de la poderosa marina imperial, en aguas del Río de la Plata.
El Congreso y Gobierno de Buenos Aires tardó un mes en responder con una declaración de guerra similar.
En enero de 1826 se designa al marino Guillermo Brown, jefe de la casi inexistente flota naval de nuestra República.


LOS ALVEAR. FAMILIA DE CUNA ILUSTRE Y ARISTOCRATICA
Diego de Alvear (español) estaba radicado en las Misiones Argentinas en la vera del Río Uruguay. Ostentaba el grado de brigadier de la Armada Española cumpliendo tareas en la comisión de límites hispano-portugueses, conforme al Tratado de San Ildefondo. Casado con Josefa Balbastro (argentina), matrimonio del que nace nuestro biografiado Carlos María de Alvear, el 11 de noviembre de 1787, futuro militar y héroe de Ituzaingó.
Su padre Diego engendró 20 hijos de dos matrimonios. De su segundo estaban Carlos María y siete hermanos estudiando en Buenos Aires. En 1804 su padre recibe la orden de viajar a España acompañando al gobernador de Montevideo, en misión de transportar una importante cantidad de caudales reales y particulares. Por enfermedad de militar jefe asignado al traslado en los barcos, es designado Don Diego y Carlos María, por entonces de 17 años de edad, viajan en la nave de los caudales. Su madre y hermanos lo hacen en otro barco de los cuatro que integraban la flotilla.
Ya casi llegando la navegación a costas de Cádiz, son atacados ferozmente por una armada británica y a pesar de no haber conflicto de guerra en una acción de carácter casi filibustero, incendian y hunden la nave en que viajaban la madre y los hermanos Alvear y capturan la capitana que llevaba los caudales. Hacen prisioneros a Carlos María y su padre. Son enviados a Inglaterra donde son liberados y permanecen un tiempo completando Carlos María su educación.
Se traslada a España donde el joven Alvear, altivo como un aguilucho, toma las armas y lucha contra las tropas napoleónicas. Estos relevantes hechos serán una escuela de acción que dará temple a su naturaleza casi romancesca, embriagada de sueños caballerescos, aunque ambiciosos. En su sentir comenzaba a forjarse un destino de figuración política y militar. Los sucesos de 1810 atraen a Alvear a la revolución redentora.
En 1812 regresa al país. Tiene 25 años y se incorpora a los Granaderos como Sargento Mayor. Funda la Logia Lautaro. Sus ideas son avasallantes y poco congenian con la madurez de San Martín. Se le encarga la misión de pactar con Bolívar la devolución de Tarija, objetivo que logra. Es designado en 1815 Director Supremo. Prepara tropas para el sitio de Montevideo. Se enfrenta a Artigas a quien derrota. Algunos desaciertos de su gestión le llevan a renunciar presionado por un motín militar. Es reemplazado por Rondeau. Huye de Brasil. A su regreso se une a los caudillos López y Ramírez participando en Cepeda donde es derrotado.
Durante la gestión presidencial de Rivadavia fue nombrado Ministro de Guerra y Marina. Es jefe del Ejército el Brigadier Martín Rodríguez quien será reemplazado por Alvear el 14 de abril de 1826 con el cargo de jefe del Ejército Republicano de Operaciones en Brasil.


SU PERSONALIDAD
Tal era someramente el hombre que con 39 años de edad, asumía el máximo compromiso que las armas argentinas habrían de enfrentar. Joven, bello, arrogante, fastuoso, educado y aristócrata en sus modales.
Galante con las damas y autoritario con los hombres. Como General tenía cualidades de mando mostrando en el arte de la guerra ideas más completas que los oficiales de su tiempo. En verdad no era persona grata a la mayoría de los jefes bajo su mando. Tuvo detractores en Lucio N. Mansilla, Lavalleja o Iriarte (éste en sus memorias). Pero los argumentos en su contra fueron rebatidos posteriormente. Quizás, su principal enemigo ideológicamente fuera Juan Galo de Lavalle que hasta movilizó un complot para desplazarlo.
Algo similar pero menos público fue la actitud de Angel Pacheco, el brillante oficial de caballería. Pero a pesar de la disidencia ambos jefes fueron reintegrados a sus mandos al avanzar el ejército en territorio enemigo.

20 DE FEBRERO DE 1827. LA BATALLA
En diciembre de 1826 el ejército al mando de Alvear comienza la marcha estratégica hacia el lugar de enfrentamiento con los imperiales. Además de distinguidos militares lo secundan en el rango más alto del mando los Brigadieres Generales Miguel Estanislao Soler y Juan Antonio Lavalleja.

     Las cifras más aceptadas históricamente respecto al número de tropas dan entre 7 y 9 mil hombres en total que incluían 3 Brigadieres, 3 Coroneles Mayores(Generales), 65 Jefes de Coronel a Mayor, 297 oficiales de Capitán a Alférez y el resto tropas de caballería (5000), infantería(1600), artillería(300) y aproximadamente 2000 milicianos orientales.
    El 20 de febrero se habrá de producir el enfrentamiento con las tropas imperiales algo superior en número y armamento.
    Las fuerzas de Alvear cruzan el Río Santa María y acampan en los médanos y esteros comprendidos entre el río y el arroyo Ituzaingó, curso de agua no importante pero que habrá de dar nombre a la batalla.
    Las tropas imperiales al mando del generalísimo Marqués de Barbacena esperan en los médanos a corta distancia de la Gran Zanja Central que divide ambos ejércitos y tendrá un papel protagónico en el encuentro.
    Entre las 7 hs y 8 hs de la mañana del día 20 se producen los primeros cañoneos. Un error táctico de las tropas imperiales es notado por Alvear que ordena a Lavalleja que cargue en masa con su caballería. En principio Lavalleja objeta la orden (las desobediencias de Lavalleja serán tradición) pero luego carga con el apoyo de los lanceros de Olavarría y Zufriategui.
    Alvear da orden al Coronel Brandsen de cargar con su caballería e infantería y la artillería de Chilabert y arengreen sobre el enemigo.
    Brandsen hace observar respetuosamente a su jefe que encontraría el zanjón mencionado como un obstáculo riesgoso.
     Alvear al escuchar el mensaje lo increpa y dice “Coronel Brandsen: cuando el emperador Napoleón daba una orden en batalla nadie objetaba aunque supiera que iba a morir”. Y contesta Brandsen: “Se que voy a morir pero cumpliré la orden”. Avanza Brandsen con sus tropas y su ayudante teniente Lavalle. Al observar que el general Alvear acompaña la columna le ruega que se detenga para no arriesgar la vida del jefe. El paso de la zanja será en efecto un obstáculo difícil y la detención le cuesta la vida al glorioso Brandsen y a su ayudante Lavalle.
Pero la carga finalmente es exitosa. Las tropas imperiales tornan en retirada y antes de terminar el día –el combate sólo duró entre 5 y 6 horas- las tropas de la República logran uno de los éxitos militares más gloriosos de su historia. Según palabras del mismo Alvear él combate en una lucha justa situación provocada por la invasión territorial brasileña.

PRINCIPALES COMPONENTES DEL EJERCITO REPUBLICANO
CUARTEL GENERAL: Jefe Brigadier Gral. Don Carlos María De Alvear, Brigadieres generales Miguel Estanislao Soler y Juan Antonio Lavalleja; Coroneles Mayores Lucio N. Mansilla y Julián Laguna y Ayudante de Campo Rafael Hortiguera. ESTADO MAYOR: Coronel Mayor Benito Martínez (reemplazado por Mansilla), 2º Jefe Ramón Deheza; Ayudantes Teniente Coronel José María Aguirre. Mayor Gerónimo Espejo. CUERPO MEDICO: Teniente Coronel Médico y Cirujano Dr Francisco Javier Muñiz. ARTILLERIA LIGERA: Jefe Coronel Tomás de Iriarte. Oficial agregado Juan Arengreen; 1º Compañía Capitán Martiniano Chilavert y 2º Compañía Capitán José María Pirán; BATALLON: 1º de Cazadores Jefe Teniente Coronel Manuel Correa; 2º de Cazadores Jefe Coronel Ventura Alegre, 5º de Cazadores Jefe Coronel Felix de Olazábal; Regimiento 1º de Caballería Jefe Coronel Federico Brandsen. Teniente Coronel Paulino Rojas, 2º de Caballería, Jefe Coronel José María Paz Comandante Manuel Besares; 3º de Caballería Jefe Teniente Coronel Angel Pacheco, 4º de Caballería Jefe Coronel Juan Lavalle, Teniente Coronel Nicolás Medina; 8º de Caballería Jefe Coronel Juan P. Zufriategui; 9º de Caballería Jefe Coronel Manuel Oribe; 16º de Caballería Jefe Coronel José De Olavarría, Teniente Coronel Niceto Vega; Regimiento “Colorados de Línea” Coronel José María Vileta y Escuadrón “Coraceros” Jefe Coronel Anacleto Medina.
La nómina es parcial y responde a los principales participantes nombrados en nuestras calles. El grado militar que ostentan es inferior al posteriormente alcanzado por méritos logrados en acciones militares.

UN DOCUMENTO INEDITO
En el año 1927 y con motivo del Centenario de la Batalla de Ituzaingó, se publica por iniciativa de una Comisión integrada por destacados vecinos del entonces pueblo de Ituzaingó, un prolijo fascículo conmemorativo.
Lleva como título “La Comisión de Homenaje a sus convecinos”. En su contenido enumeramos: el escudo a los Vencedores de Ituzaingó, los nombres integrantes de la Comisión de Homenaje, una nota sobre el triunfo de Ituzaingó escrita por el presidente de Comisión, ingeniero Emilio Agrelo, una reseña histórica de la guerra con el Brasil, la nómina de los principales jefes que actuaron en la batalla, el número de efectivos militares, un plano del ampo de batalla y uno de los partes de batalla reunidos por Alvear. De dicho documento se extrajo esta reseña de la guerra con el Brasil (1826-1828)
Resueltos, el gobierno y el pueblo argentino, a impedir que el Brasil se apoderara de la Banda Oriental del Uruguay que él declaró incorporada al Imperio bajo el nombre de Provincia Cisplatina se le notifica en enero de 1826 la aceptación de la guerra que éste le ha declarado.
    El gobierno del general Las Heras había, en previsión de esta guerra, formado en mayo de 1825, un ejército que situó en la provincia de Entre Ríos, ejército al mando del general don Martín Rodríguez en el cual figuraban distinguidos jefes de las guerras de la independencia, pero cuya instrucción, elementos bélicos y cohesión eran deficientes.

    Declarada la guerra, el gobierno de dirige a las provincias pidiéndoles hombres para remontarlo. Algunas los envían. Otras, en guerra civil, no pueden hacerlo.
    En 28 de enero del mismo año el Ejército Nacional atraviesa el Uruguay y entra en contacto con los brasileños que allí se habían instalado, sus fuerzas se aumentan con tropas uruguayas que ya estaban en lucha con ellos. El ejército brasileño al mando del mariscal Abrén se retira hacia el norte hasta el Cuaraim. Otro ejército de la misma nación al mando del general Lecor ocupa entretanto a Montevideo.
    Instalado el gobierno presidencial de Don Bernardino Rivadavia, se nombra al general Carlos de Alvear ministro de guerra y comandante del ejército tomando la dirección de éste el 1 de septiembre de 1826.
    El nuevo comandante concentra sus tropas en el Arroyo Grande y procede activamente a su instrucción y disciplina hasta ponerlas en perfecto estado de maniobrar y de batirse.
    El 26 de diciembre el Ejército Nacional se mueve hacia el norte. Y atravesando el Río Negro, pasando por  Tacuarembó, invade la provincia brasileña de Río Grande; es el verdadero principio de la gloriosa campaña cuyo deseollante episodio lo constituye el triunfo de Ituzaingó.
     El ejército brasileño, ahora al mando del marqués de Barbacena, temiendo el choque en campo abierto se retira por la Sierra de Camacuá donde espera defenderse con éxito de la fuerte caballería argentina. En esa región tiene lugar el encuentro y la victoria alcanzada por los Coraceros y Colorados de las Conchas, al mando de Lavalle, en Bacacay el 13 de febrero. Luego en el arroyo del Ombú el día 16 donde una brigada a las órdenes del coronel Lucio Mansilla bate y persigue al enemigo hasta el Ibicuy.
    Después de esta acción, el general argentino, simulando una retirada hacia el Uruguay, desaloja a San Gabriel. Barbacena, creyendo que su enemigo huye, síguelo hasta alcanzarlo en el Río Santa María el 18 de febrero de 1827 y el día 20 del mismo tiene lugar en el paraje denominado Ituzaingó la famosa batalla.
    Después de Ituzaingó el ejército brasileño se retira perseguido por el vencedor. En Camacuá éste alcanza y le inflige nueva derrota el 23 de abril de 1827. Fue la última acción de la guerra del Brasil. Los brasileños se retiran hasta acuartelarse en Río Pardo. Pero las grandes lluvias, el mal estado de los caballos, la falta de elementos de guerra en el ejército argentino le obligan, asimismo, a retirarse a Cerro Largo, en el Estado Oriental.
    Mientras tanto, la guerra marítima, en la que la escuadra argentina mandada por Brown, había alcanzado triunfos como el del Juncal, continuaba vivamente. Por otra parte la guerra civil que ensangrentaba las provincias interiores y la escasez de medios para continuar la guerra ponían al país en grave situación. Fue esto lo que decidió a consentir en una paz, seguramente honrosa, por la cual la Banda Oriental quedaba constituída en nación independiente.
    Guerra en que se debatían derechos nacionales que los argentinos no podían abandonar a su poderoso vecino por más sacrificios que costara sostenerlos, terminó, tras de brillantes triunfos, de sus armas, por el generoso reconocimiento de la nueva nacionalidad que siempre ha de considerarse estrechamente vinculada con ellos-

¿POR QUÉ EL NOMBRE DE ITUZAINGO?
Cuando en enero de 1873 se programa la inauguración de la estación del Ferrocarril, la empresa Ferrocarril del Oeste a pesar que al paraje ya se le conocía como Santa Rosa, elige para la estación el nombre de Ituzaingó. Con dicha denominación quiebra un tanto la norma de toponimia empleada hasta entonces en que los nombres de las estaciones estaban vinculados a los propietarios de las tierras circundantes al nombre del paraje. Como es habitual el de Ituzaingó desplazó al anterior de Santa Rosa. Pero las designaciones toponímicas en el primeramente pueblo luego ciudad y actualmente municipio, están acordes a un coherente homenaje recordatorio. No solamente en el nombre, sino también en las fechas del hecho histórico, militares y civiles participantes y sucesos bélicos y vinculados a lo mismo.


ITUZAINGO EN EL RECUERDO
En la actualidad la memoria de este hecho de armas está preservada por una inteligente toponomía de calles que merced a una ordenanza municipal del año 1940 vincularon sus nombres al citado suceso.
Proyecto y maquete del monumento a la Batalla de Ituzaingó proyectado en la plaza Sur y nunca concretado.
    Ya con anterioridad, en 1929 se habían desplazado designaciones de origen político europeo por nombres vinculados a la gesta sanmartiniana varios de cuyos jefes actuaron en Ituzaingó. También en ese año se impone el nombre de la avenida Rivadavia  quien fuera presidente de la República al ocurrir el combate de Ituzaingó. El mismo año se imponen los nombres de Soler (jefe de Estado Mayor del Ejército Republicano y Coronel Brandsen caído en combate).
Así nuestra plaza principal ostenta el nombre de 20 de Febrero. Las calles del actual Ituzaingó retrotraen permanentemente a la gesta. Los dos jefes muertos son recordados en las calles Brandsen y Manuel Besares.
También están: Olavarría (herido en combate), Lavalle, Pacheco, Iriarte, Arengreen, Olazábal, Laguna, Mansilla, Soler, Deheza, Beltrán, Pirán, Ventura Alegre, Paulino Rojas, José María Paz, Zufriategui y Trole.
Están en sus calles los orientales que intervinieron en Ituzaingó como lo fueron Lavalleja, Oribe, Ribera y además una calle recuerda a los 33 Orientales.
También se recuerdan al primer Jefe de las tropas republicanas Martín Rodríguez, al Ministro de Guerra durante el conflicto Francisco de la Cruz y el médico cirujano principal doctor Francisco Javier Muñiz. No faltan tampoco los nombres de combates navales y terrestres durante la guerra como lo son Bacacay, Ombú, Los Pozos, Juncal y Camacuá.
CONCLUSIÓN: Lamentablemente  gran parte de lo logrado en el campo de batalla de Ituzaingó fue posteriormente perdido en la diplomacia. Pero eso es otra historia.

BIBLIOGRAFIA
Baldrich Amadeo, Historia de la guerra del Brasil, Eudeba (1975), 1ª. Edición en 1905.
Boletines del Ejército Republicano – Comisión Nacional del Centenario de Ituzaingó – Ediciones Kraft (1928).
Centenario de Ituzaingó – Comisión de homenaje a sus vecinos – Ituzaingó – Bs. As. 1927.
La guerra con el Brasil, Colección Félix Luna – Editorial Planeta (1995.
Batalla de Ituzaingó (Documentos del Archivo General de la Nación, 1927).
Guercio Alberto, Ituzaingó y sus calles – Periódico Ekos, 2005.